Cada amistad es un mundo en el que habitan las personas que
lo conforman y su relación. Están esas que solo revivimos de vez en cuando,
otras que por el tiempo o las circunstancias acabaron y aquellas que nos ayudan
a crecer porque ejercen como fuerza, apoyo y sostén. Son las amistades sanas.
Este tipo de amistad se caracteriza porque quien la construye
pone todo su amor en ella, además de respeto y confianza. Son artesanos de los
buenos momentos, acompañantes en los días malos e inspiradores de sonrisas.
Profundicemos.
“Cuando estés en la
cima, tus amigos sabrán quién eres. Cuando estés abajo, tú sabrás quienes son
ellos”.
Características de las
amistades sanas
Las amistades sanas nos impulsan a crecer, motivarnos y
evolucionar; funcionan como ese impulso que a veces, tanto necesitamos, pero
también como esa escucha que nos hace sentir comprendidos y valorados. Veamos
otras de sus características:
Honestidad
Las amistades sanas son también honestas, es decir, sinceras,
respetuosas y justas. No tienen dobles intenciones, ni prima el interés en
ellas.
Asertividad
Transmitir de la mejor manera posible aquello que se quiere
decir también es una de sus características. Este tipo de amistades interactúan
a favor del bienestar.
Existen límites
Las amistades sanas saben decir no porque no actúan bajo el
manto de la complacencia, sino de aquel que se distingue por el equilibro y el
bien de los miembros que la conforman.
Fomentan la confianza
Creer en el otro es clave en este tipo de vínculos. Forjar la
seguridad de la relación y desechar miedos y prejuicios son parte de sus
prioridades.
Las amistades sanas son auténticas, nos permiten mostrarnos
tal y como somos. De esta forma, nos sentimos libres y somos capaces de
compartimos momentos inigualables.
Esto no quiere decir que no se pueda discutir, sino que
cuando existan diferencias de opinión de algún modo lo que prima es la relación
y no convencer al otro del propio punto de vista.
En concreto, demostraron el efecto beneficioso de contar con
un confidente y con el papel de ser un miembro activo en las relaciones de
amistad. De ahí, que tener amistades sanas favorece una mejor calidad de vida,
sobre todo en edades avanzadas.
Otro aspecto importante en este tipo de amistades es su rol
como antídoto o analgésico para nuestros miedos y angustias. De modo que no
solo nos ayudan a superar obstáculos gracias a su apoyo, sino que a su vez
favorecen nuestro bienestar.
Es maravilloso ver cómo podemos crecer al lado de amistades
que nos nutren y nos ayudan a ser mejores persona. Por ello, no dejemos de
valorarlas, de apreciar el tiempo que nos dedican y el amor que nos regalan.
“Las amistades sanas enriquecen nuestro andar, con apoyo
fuerza y dedicación, alimentan nuestro corazón”.
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